Hoy trataré de darla, sin temor a ir más allá de lo que pienses tú, lector q
ue ahora lees y al que me permitiré tutear, y que te ciñes a ello, a leer y no a comentar, a entrar este mundo que, al fin y al cabo, sigue siendo senderista. Pues bien, querido, o querida, en las entrañas de mi mente tan desgastada por el paso de tantas palabras escritas ya, de tantos textos leídos, pero a la que aún le quedan, o ojalá le queden, muchos años de vida; en esa mente, encuentro la respuesta.
¿Nunca te has parado ha pensar lo que ello significa? Hace miles de años, eran nuestros antepasados los que poblaban los montes y los recorrían en busca de una nueva vida lo que para ellos resultaba una auténtica alegría. Hoy, miles de años después, nosotros, los senderistas, y particularmente nuestro caso, el Club Deportivo IAR, hemos tomado ese relevo. ¿Acaso lo estás dudando? Párate a pensar, ¿no somos ahora, nosotros, caminantes de los paisajes, los que buscamos esa felicidad?
Ya poca gente vive allí, en nuestro lugar de origen. Ya poca gente se queda en aquellos lugares donde la libertad es el bien más preciado, muy poca. Nosotros, caminantes incansables, que recorremos la geografía de nuestra Tierra Madre, Galicia, tomamos el relevo, pasamos una hoja más en el libro de la Historia del Caminante. Somos nosotros los que escribimos ahora Historia. Ya casi nadie se pasea por esos recónditos lugares apartados, donde la naturaleza en estado puro todavía perdura viva. Ahora, rodeados de asfalto, ruido, cemento, luces artificiales... ¿queréis que siga?, rodeados de todo eso, vivimos. El concepto de felicidad ha cambiado, como nosotros también hemos cambiado. Y, tal vez, como lo hagan nuestros descendientes. Somos personas, seres humanos que, una vez al mes, una sóla vez al mes, recorremos kilómetros de algún lugar nuevo, de un sendero que antaño otros pisaron y que ahora lo hacemos nosotros. Somos senderistas, somos caminantes, nada más. Esa felicidad que encontramos al pasear y caminar junto a nuestros amigos, o compañeros, es infinita.
Deberías, querido senderista, o querida, pararte en medio de una calle y observar a los demás, fijarte en sus caras. Preguntarte cual es el nuevo concepto de felicidad. ¡Cuánto ha cambiado! Con dieciséis años, sigo ahí caminando, pues para mi es una forma de evadirme, un sólo día, de la ciudad, del ruido y, así, encotrarme con paisajes increíbles, con lugares inexplorados, con una naturaleza que no nos corresponde. Así es ese sentimiento que recorre mi mente y mi alma. Y, es por ello, que en el caso de no poder asistir a una excursión, después de tantas caminadas esta temporada, una pena enorme recorre mi sangre. Si has llegado hasta este punto, debo agradecerte tu simpatía, si para llegar, has debido de saltarte unas cuantas líneas debo agradecértelo también. Ahora, te invito a seguir estando aquí, poniéndote cómodo y compartiendo de tú a tú lo que opinas, sientes y sueñas cuando te dicen "senderismo".