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La creación del Presidente

lunes, 30 de junio de 2008

(pincha sobre la imagen para verla ampliada)

Hace miles de años, en un pasado muy muy lejano, donde los monos todavía reinaban sobre nuestro planeta, La Divinidad se apareció en los cielos grises de un lugar llamado Castrilius (actualmente denominado O Castrillón). Rodeado de un séquito de ángeles, arcángeles y otros seres inóspitos de ese mundo al que llamamos cielo, el Dios Juan, dueño y señor del mundo y el universo, descendió de los cielos hasta la cota más baja de una neblina. Allí, en la montaña de Castrilius levantó un dedo de su mano derecha. Señaló hacia una roca y creó. El primer ser presidencial había sido creado por el señor de los presidentes, Dios de Dioses. Totalmente desnudo, el que más tarde sería llamado Marce Linó fue alcanzando diversas formas a lo largo de los siglos. Pasado y presente se pueden unir y alcanzaremos la misma persona. Aquel viejo Marce Linó es hoy nuestro Marcelino, último descendiente de la estirpe más antigua de cuantas pueblan este dichoso mundo de seres materialistas.

Cuando el autor de este cuadro, Daniel Ángel, representó "La creación del Presidente" hizo a Marce Linó totalmente desnudo. Pero un Papa, de origen ruso, llamado, si no recuerdo mal, Prudescu, hizo tapar las partes más íntimas de nuestro tan afamado presidente con una hoja de vid. Actualmente, está pintado al óleo sobre el techo del local de IAR acompañado de otras pinturas bíblicas de origen y fecha desconocido.

Es sabido que el Creador, el Dios Juan, aún vaga por los senderos entonando canciones, llevando a perdidos senderistas a las cumbres más altas para apreciar un banco de niebla y, así, enseñarles que, el senderismo amigos míos, no es andar o caminar, no es ir por venir, ni venir por ir, sino que, con el tiempo, se ha ido convirtiendo en lo que hoy conocemos: un espíritu, un alma ajena que recorre nuestras venas y nos da un sentimiento único, de amor por la naturaleza, de compañerismo y de ayuda, de cariño y compresión hacia los demás. Eso creó el Dios Juan, no sólo a nuestro presidente en un tiempo lejano, sino también un sentimiento el profundo sentimiento llamado Sentimiento IAR, abstracto e irreconocible visualmente pero con un poder sobrecogedor para aquel que lo posee.

_Dant_

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Anónimo dijo...

Semejante imaginación me produce hilaridad. Desde luego, me produce inquietud y morbo a la vez sentirme como un dios,nunca se me hubiese ocurrido, pero sueño con la mitología griega donde los dioses eran humanos y algunos humanos eran casi semidioses. En Castrilius puede pegar, en este mundo materialista de dichosos humanos renuncio a tal responsabilidad. Estoy seguro de que el sabio Juliño y Rabindranath Germán tienen mejores contactos que los mios para tratar estos asuntos. Y además cuentan con la ayuda de Reme Popins y del flautista Valentín.

Por otro lado, me siento avergonzado porque me siento halagado y no debería. El sentimiento Iar nació simplemente de la suma poética de la iniciativa creativa de unos simples humanos normales que quisieron reconocer las delicias de nuestro Universo comenzando paso a paso, sendero a sendero, y es interminable ...


Juan, el senderista.