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¿te la vas a perder?

Los diez minutos de los miércoles por la mañana

jueves, 18 de diciembre de 2008

Estoy harto, muy harto de las mañanas de los miércoles. Hartísimo diría yo de aguantar las mañanas de los miércoles en el autobús del colegio. A veces pienso si no sería mejor ir ese día a patas pese al frío. Y es que todo es culpa de una mujer de nombre Mercedes y de apellido Milá. De ella y del maravilloso programa que presenta con tanto orgullo. Mis respetos a aquellas personas que leen esto y ven tan afamado programa. Y mis condolencias por no poder compartir con ellos la estupenda diversión de comentar su contenido todos los miércoles por la mañana.

Te cuento. Aquí en el barrio alto de los Castros hace un frío que te mueres a eso de las ocho y media. Aguantar el frío en la calle pues como que no me agrada mucho y la llegada del bus es, tanto para mi, como para la amiga con la que comparto parada, un increíble deseo. Y llega, puntual. Son las ocho y treinta y cinco de la mañana. Y la escena se repite al subir. "¡Oh que gusto, calorrrr!!" Pero entonces recuerdo, "¡pero si es miércoles!" Y meto la mano en mi bolsillo izquierdo, siempre en el izquierdo por aquello de que soy muy maniático, para subir el volumen al mp3. Llego al final del autobús, "buenos días" y tal y que cual y entonces comienza la maravillosa conversación "¿A quién nominaron ayer?". Y es que, amigo mío, los martes echan el acontecimiento más importante de la semana en este país: emiten el debate de Gran Hermano. "Joé, ¿y viste cómo iba vestida la Milá?", "De verdad, yo creo que Josemari se está pasando al no hablarle a Maripili".

Tengo cariño a mis amigos pero reconozco que la más profunda estupidez los ha capturado. Y es que, ahora sí, España se rompe. Entre los que ven Gran Hermano y los que, aislados del mundo durante diez minutos, vivimos en un mundo paralelo, aburrido y sin una Milá que los martes por la noche nos deleite disfrazada con el traje típico aragonés y anunciando las expulsiones de los tres payasos de turno, con perdón, que se apuntaron al GH porque no tenían nada que hacer en su vida. Y es que son héroes nacionales, ejemplos a seguir, temas de los que hablar. Y mientras yo, pobre de mi, durante los diez minutos que dura la conversación de los miércoles por la mañana, subo el volumen a mi mp3 para no escuchar la vida de esos cuatro desgraciados concursantes que ni me van ni me vienen y, por mi, como si el gobierno de turno les cierra el chiringito por Decreto Real. "Censura evidente" le llamaría yo a esto. Y durará, creeme que este programa, y muchos semejantes que vendrán, durarán. Porque así es España y así somos los españoles. Doy fe.

_Dant_

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Anónimo dijo...

Intenta tomartelo con humor, se lleva mejor y aúnque no parezca posible, de la estupidez humana tambien se aprende. De todos modos desgraciadamente programas como ese que dices, habrá siempre, a no ser que de pronto nos comenzara a funcionar a todos, y de golpe, ese 80% de cerebro que dicen no utilizamos. FELICES FIESTAS. Carlota